
¿Quién soy yo?
Bueno, soy Javier. Papá orgulloso y babeante de María José (18) y Lucas (17), periodista de profesión que abracé para hacer productos comunicacionales ligados al arte y al diseño, otra de mis pasiones. Así hice diseños y rediseños de revistas, periódicos, aplicaciones móviles, más revistas, sitios web… siempre en forma y fondo.
En mi vida diaria dirijo mi empresa, a veces ando en bicicleta, a veces medito, cocino, plancho, ordeno y des-ordeno mi casa y mi vida, un poco como todos.
También hago terapias aplicando Programación Neurolingüística, disciplina en que soy Master, y ello me llena el alma.
Y escribo.
¿Cómo y por qué empecé a escribir?
Y escribo.
Escribo impelido, impulsado, obligado, por el amor. Como una necesidad, como una obligación vital, orgánica de confesar-me mi amor por ella, de contar mi alegría en la dicha; mi tribulación en la dificultad; mi desangre en la pena; mi desesperanza en el dolor; mi fe en la fe.
Y escribo mucho.
Y escribo por amor. Volvía a salir con mi musa, volvía a (secretamente) reintentar componer trizaduras, cuando en una tarde de música, ella hizo lo impensado y en mí brotaron, sin pausa, estos nuestros cuentos.
Nunca antes había escrito si no por trabajo. Jamás del amor, jamás de un mío amor. Y sin embargo, solo (en ambas acepciones) me salieron. Luchaban por liberarse de mi mente que sin querer crearlos, los mantenía cautivos. Luchaban esa madrugada por nacer, por contarme a mí mismo lo que sentía, por confesármelo y a la vez celebrarlo.
Empecé a escribir porque no pude hacer otra cosa. Tuve que. Los cuentos esa noche de enero me tomaron de escribano y aún soy su esclavo a merced de lo que me van dictando… y la llevo alrededor de 900 relatos.

¿Y por qué escribir en tarjetas?

Porque es una historia de amor.
Porque el amor nunca es lineal: se avanza, se retrocede, se sube, se baja, se resta, se complementa, se piensa, se imagina, se atesora. El amor se juega, se comparte, se discute.
Mi historia en formato de libro no alcanzaba a expresarse. Esta historia es un «Ensamblaje de Amor», con imágenes que acarician la espalda de los cuentos, con relatos que llevan de la mano fotos que proponen un volar hacia cierto espacio, universos personales que cada uno visitará según sus experiencias pasadas, presentes o soñadas.
En tarjetas, porque este maridaje de amor, se puede vivir de a bocados, sin prisas, viviendo un cuento al día, pensándolo, pensándola, pensando en él, en este amor que se fue o que añoramos, o en este amor que hoy disfrutamos.
En tarjetas, porque el amor es generoso, y estas historias se pueden compartir en pareja, en amigos, en familia. En casa, playa o campo podemos, a la luz de las historias leídas, soltando las ropas de la vergüenza, contar las propias.
En tarjetas, por todo eso, y porque son lindas. Como el amor.
